Las reformas educativas de corta vida constituyeron el meollo de lo que es Mora califico como “Revolución de 1833”. Mora fue arquitecto principal de los cambios, formo parte del comité de enseñanza nombrado por Gómez Farías (20 de septiembre de 1833) que después se convirtió en la Dirección General de Instrucción. Las reformas fueron revolucionarias por cuanto la universidad y la mayoría de los antiguos colegios del Distrito Federal quedaban abolidas y sustituidas por seis “establecimientos” controlados por el estado, dedicados cada uno de ellos a una rama de la enseñanza. El gobierno nombraría a los profesores y directores, cuando la iglesia se opuso a su plan de reforma “Jovellanos es el mejor testimonio de la inmensa dificultad de caminar en la instrucción pública”, escribió Mora.
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